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  • Foto del escritorAlejandra Masson

Llevo al Principito de mi mano

Actualizado: 8 ene 2020

Son las 6 de la mañana. Estoy lista para iniciar una nueva jornada; el café caliente, la ropa preparada; todo lo indispensable a la perfección. Es tiempo de trabajar y cumplir con las actividades previamente agendadas. ¿Acaso existe algo más importante en este momento? 

De regreso a casa (después de una agotadora jornada laboral) hubo un minuto que me despertó de aquel turbio sueño. Limpiaba un poco la casa, tenía apenas 1 hora de estar allí. Una de mis pequeñas me pidió que le ponga una película, yo le dije que sí (con tal de que me dejara realizar mis actividades). Al abrir Netflix, en portada, vi la del Principito, me emocioné y le dije: ¡no te la puedes perder!

Mientras ellas se acomodaban para disfrutar de la película, la más pequeña mencionó: “ven mamá, siéntate a ver” y le supe decir que  no podía, que tenía que hacer las cosas. En ese momento, vi su rostro y lo recordé, como si fuera ayer, tan claro y a forma de murmullo: “El problema no es crecer. El problema es olvidar”. 

Cuando niños/as sentíamos aquella alucinante fascinación  por las cosas: el caminar de las hormigas, aquel cometa volando por los cielos o la visita a la casa de la abuela. Todo se convertía en momentos sempiternos; el tiempo ni se sentía. Ya caía la noche cuando apenas observábamos los destellos del sol. De repente, aquella vivencia se transformaría en recuerdos. Y así la incomprensión del accionar de los adultos se empezaría a tornar en algo cotidiano. Bastó solo un chisquido de dedos para darme cuenta que ya no era quien fui. Pero la memoria es frágil, y así como las cosas pasan volando, en tan solo un momento pude recordar aquellos tiempos dorados.


Viene a mi memoria aquel primer libro lleno de imaginación perspicaz: El Principito. Al adentrarme en su mundo, recuerdo lo maravilloso que es ser niño/a; como también -con tristeza- veo el reflejo de la adultez que he adoptado. En el libro encontramos una crítica profunda que se asemeja al mundo globalizado en el que vivimos y entre sus frases. Una importante: “Los hombres de tu planeta —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín… sin embargo no encuentran lo que buscan”. Asimismo, sobre lo fundamental de no dejar morir nuestro niño interior, porque siendo así la amargura nos consumiría: “Todos los mayores han sido primero niños (pero pocos lo recuerdan)”. 

Esta vivencia no podía pasar por alto. Sé que muchos -como yo- han extrañado volver a vivir su infancia ya que ha sido una de las etapas mas soñadoras. Así que como relata la canción Suis moi de Le Petite Princes (película): " todo hay que preguntar y hay que atreverse a los brazos desplegar". ¿Te animas a revivir a tu niño interior?






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