La semana que pasó, leí en la red social el comentario de un vehemente usuario con respecto a una noticia sobre el ‘acto vandálico’ hacia el Metro de Quito. El texto demostraba entusiasmo por hacer entender, a quién lo leyera, que el ser humano hacía graffitis desde tiempos de las cavernas y, que forma parte de la esencia comunicativa del homínido. Asimismo, mencionaba los jeroglíficos del antiguo Egipto, su expresividad cultural e importancia histórica, y recordé que de ahí viene el término técnico de lo que llamamos cotidianamente ‘graffitis’: jeroglíficos urbanos.
La ciudad siempre ha sido escenario de lenguaje; por ende, al ser una palestra de expresión urbana, cientos de artistas han plasmado sus creaciones en pos de aportar el colorido cotidiano, renovando y construyendo nuevos escenarios en el imaginario urbano.
Desde la creatividad, estas expresiones urbanas han conformado parte del uso libre del espacio y sus vivencias como un hecho de intercomunicación social, ya lo dijo Fernando Silva.
Desde tiempos inmemorables, han sido la voz de protestas políticas (y no tan solo ligados a este tema, ojo); los jeroglíficos urbanos se han presentado siempre como tema de discusión y análisis comunicacional. Varios son los estudios que demuestran que son una particularidad de la ciudad.
No puedo dejar pasar, al graffiti vandálico, hecho que se convierte en una gran problemática social, ya que es el reflejo de una sociedad poco atendida y vulnerada. Una retorcida realidad que condena a los individuos a realizar actos aún peores que este.
Así que, considero que deberíamos aprender a apreciar las diferentes formas de expresión humana, como también enfocarnos a educar a los más pequeños, a fin de que ellos puedan diferenciar y criticar el mensaje, contenidos etc. Con todo esto, mantendremos siempre diálogos constructivos con respecto algún problema social.
Comments